2.1 Atribuciones de pobreza y riqueza
2.1.1 Conceptualización y medición de atribuciones
Desde la tradición de investigación cuantitativa, el estudio sobre atribuciones se ha focalizado en tres constructos principales desarrollados por Feagin (1975): (a) explicaciones individuales que atribuyen la pobreza y la riqueza a factores individuales como la irresponsabilidad personal y la falta de esfuerzo, capacidad o talento; (b) explicaciones estructurales que atribuyen la pobreza y la riqueza a factores estructurales como los bajos salarios, la discriminación y la mala calidad de la educación; y (c) explicaciones fatalistas que atribuyen la pobreza y riqueza a la mala suerte, enfermedad y circunstancias desafortunadas (Godfrey and Wolf 2016). No obstante, la tercera ha presentado menor consistencia (Bullock, Williams, and Limbert 2003). En este sentido, las atribuciones suelen estudiarse de manera dicotómica entre atribuciones internas y externas (Heider 1958; Kluegel and Smith 1986). En resumen, las atribuciones internas enfatizan la disposición personal, lo cual ha sido relacionado con elementos legitimadores de las desigualdades sociales, mientras que las externas atribuyen la culpa al entorno social y a las estructuras sociales, asociado a una visión más crítica acerca de la distribución de recursos en la sociedad y sobre las desigualdades (Schneider and Castillo 2015).
Estas dos categorías de atribuciones internas y externas han sido trabajadas de diferentes maneras. Existe cierto consenso en la literatura en torno a la idea de que las atribuciones internas y externas no presentan un carácter estrictamente unidimensional, es decir, que lo interno y lo externo sean dos polos de un mismo continuo (Frei et al. 2020; Hunt 1996; Osborne and Weiner 2015). De esta forma, las atribuciones pueden ser también una combinación de explicaciones internas y externas (Bucca 2016; Osborne and Weiner 2015; Frei et al. 2020). A esta categoría se le suele denominar atribuciones ambivalentes o mixtas, y la construcción de ella depende en gran medida del método de medición de la variable.
En cuanto a la medición de las atribuciones de pobreza y riqueza, existen dos formas comunes de incorporar las atribuciones en las encuestas. En una se presentan las distintas razones que explican las carencias o grandes ventajas de las personas, junto a una escala de respuestas -por ejemplo, de acuerdo/desacuerdo-. En la otra, se presenta una lista de razones que explican las carencias o comodidad de las personas, en la cual se seleccionan dos, una como primera mención -prioritaria- y otra como segunda mención.
Los estudios de atribuciones de riqueza son escasos, y en la mayoría se suele estudiar junto a las atribuciones de pobreza (Juan Carlos Castillo and Rivera-Gutiérrez 2018). Por su parte, existe una agenda investigativa más amplia para el caso de las atribuciones de pobreza (Cozzarelli, Wilkinson, and Tagler 2001; Schneider and Castillo 2015). Más recientemente se ha ampliado el repertorio de estudios que trabajan conjuntamente las atribuciones de pobreza y riqueza (Bucca 2016; Frei et al. 2020; Kreidl 2000).
En las investigaciones que trabajan tanto con atribuciones internas como externas, se evidencia el problema de que no existe un consenso en instrumentos, operacionalizaciones y métodos (Juan Carlos Castillo and Rivera-Gutiérrez 2018). Por ejemplo, no existe consenso sobre una escala común para medir los indicadores de las atribuciones de pobreza y riqueza (Juan Carlos Castillo and Rivera-Gutiérrez 2018). Además, con pocas excepciones, las atribuciones de pobreza y riqueza son tratadas como dos variables dependientes por separado. Sin embargo, se ha identificado que tanto las atribuciones internas como externas son factores comunes para la pobreza y riqueza (Juan Carlos Castillo and Rivera-Gutiérrez 2018), lo cual permitiría incluir ambas variables en los modelos e identificar patrones comunes a ambos fenómenos.
Otro de los problemas que se presentan a la hora de estudiar las atribuciones, es que los datos disponibles son escasos, sobre todo al considerar el conjunto de atribuciones de pobreza y riqueza (Juan Carlos Castillo and Rivera-Gutiérrez 2018). Pero además está el problema de medición, en donde, si bien algunos indicadores coinciden en distintas encuestas, no existe un consenso general sobre una escala común (Juan Carlos Castillo and Rivera-Gutiérrez 2018). Esto genera problemas al momento de comparar estudios.
2.1.2 Antecedentes de las atribuciones de pobreza y riqueza
2.1.2.1 Consecuencias de las atribuciones de pobreza y riqueza
Las atribuciones de pobreza y riqueza han sido relacionadas con distintos fenómenos sociales, como la percepción y justificación de desigualdades sociales y económicas (D. Lepianka, Gelissen, and van Oorschot 2010; Oorschot and Halman 2000; Schneider and Castillo 2015), el apoyo a políticas redistributivas (Alesina and Giuliano 2004, 2009; Andersen and Curtis 2015; Benabou and Ok 2001; Bullock, Williams, and Limbert 2003; Sainz et al. 2020), actitudes hacia los pobres (Cozzarelli, Wilkinson, and Tagler 2001), entre otros.
Las principales conclusiones sobre los efectos de las atribuciones de pobreza y riqueza en los distintos fenómenos sociales mencionados anteriormente son que las atribuciones internas justifican las desigualdades socioeconómicas, mientras que las externas las desafían (Schneider and Castillo 2015); mantener atribuciones internas reduce el apoyo a intervenciones gubernamentales y políticas redistributivas, mientras que las externas aumentan el apoyo (Bullock, Williams, and Limbert 2003); y por último, que las atribuciones internas favorecen actitudes negativas hacia los pobres, mientras que las atribuciones externas afectan de manera positiva a las actitudes y estereotipos de los pobres (Cozzarelli, Wilkinson, and Tagler 2001).
Adicional a la evidencia presentada, es importante destacar algunos avances recientes desde la psicología social, en donde las atribuciones sobre las causas de la pobreza y riqueza se han relacionado al concepto de deshumanización (Sainz et al. 2020). La deshumanización se entiende como procesos y circunstancias que niegan aspectos humanos en grupos sociales, los cuales tienen consecuencias de discriminación y de prejuicios degradantes (Dixon et al. 2012; Pereira, Vala, and Leyens 2009), como también de legitimación de diferentes tipos de desigualdades (Sainz et al. 2020). Se ha señalado que la deshumanización tiene efectos estigmatizantes hacia grupos de estatus socioeconómico bajo, como, por ejemplo, contribuyendo a la percepción de que la pobreza es un estado estable y permanente que no puede resolverse mejorando las condiciones socioeconómicas de las familias pobres (Sainz et al. 2020). En síntesis, estos estudios recalcan la necesidad de profundizar sobre atribuciones de pobreza y riqueza, en vista de que se han relacionado con la legitimación de las desigualdades y con una demanda más baja por políticas redistributivas (Sainz et al. 2019).
Los antecedentes para el caso chileno han mostrado un proceso de cambio en las atribuciones de la pobreza y riqueza a partir de la década de los noventa hasta el 2015 en donde aumentan las explicaciones individualistas -atribuciones internas- y disminuyen las atribuciones externas, aunque con una fuerte dimensión ambivalente o combinada entre explicaciones internas y externas (Frei et al. 2020). Considerando lo anterior como parte de un proceso de transformaciones sociales más amplio, y en vista de las implicancias y consecuencias de que la población mantenga atribuciones de carácter interno, es que se hace necesario indagar en los principales factores que inciden en las explicaciones de la pobreza y la riqueza.
2.1.2.2 Causas de las atribuciones de pobreza y riqueza
Además de la relación entre las atribuciones de pobreza y riqueza con los diversos fenómenos mencionados en el apartado anterior, existen investigaciones que ahondan en las causas de mantener atribuciones internas, externas o mixtas. Para ello, se han utilizado variables de distinta naturaleza como posibles factores que explicarían el mantener cierto tipo de atribución. En el nivel individual, es posible hacer la distinción entre variables objetivas-estructurales y subjetivas.
Dentro de las variables objetivas, las variables sociodemográficas son comunes a casi todas las investigaciones de atribuciones y actitudes hacia la pobreza. Kluegel and Smith (1986) nos entregan una aproximación temprana sobre la relación entre variables sociodemográficas, como son la edad, sexo, orientación política e ingreso y variables de creencias sobre la pobreza. Se afirma que, al menos en el caso de Estados Unidos, todas presentan una correlación débil, a excepción de la variable de raza. En este sentido, quienes se identifican como afroamericanos son algo menos propensos que los blancos a enfatizar factores individualistas (Kluegel and Smith 1986). Una reflexión importante en este estudio es que la baja correlación de estas variables podría deberse a la influencia generalizada de la ideología del individualismo, variable que no es incluida en su modelo.
En cuanto a la relación entre variables sociodemográficas y atribuciones de pobreza y riqueza para el caso chileno, la investigación de Frei et al. (2020) nos muestra que tanto sexo como orientación política no producen diferencias en las atribuciones. No obstante, respecto a la variable edad se observa que los grupos de mayor edad tienen mayor probabilidad de observar atribuciones internas.
Por otra parte, se destacan las variables de estratificación social, con las cuales se suele trabajar en investigaciones sociológicas. Para el caso de las atribuciones y actitudes hacia la pobreza, los resultados de distintas investigaciones son variados y en ocasiones contradictorias. Ciertos hallazgos se agrupan en la llamada “underdog thesis” (tesis de los desvalidos/desvalorizados), la cual plantea que personas de estatus socioeconómicos altos tienden a percibir causas individualistas en las atribuciones de pobreza, mientras que grupos de estatus bajo mantendrían creencias de carácter más estructuralistas (externas) (Hunt 2004; Robinson and Bell 1978). Una posible explicación sería que los grupos sociales aventajados tienen intereses en mantener sus ventajas a través de la autojustificación, mientras que los grupos bajos generarían una visión crítica respecto de su propia situación (Kluegel and Smith 1986; Jonathan J. B. Mijs 2019).
Contrario a la underdog thesis, se ha planteado que las personas de estatus socioeconómico más bajo mantienen percepciones y creencias de carácter interno -individualista-. Esto podría explicarse, en parte, debido a que personas en situación de pobreza a menudo subestiman el alcance de su pobreza y desventaja relativa, y pueden culparse a sí mismas de sus circunstancias (atribuciones internas) (Jonathan J. B. Mijs 2019).
Para el caso chileno se observa que quienes pertenecen a quintiles más bajos atribuyen más causas internas a la pobreza y riqueza, aunque con la educación pasa lo contrario -a mayor educación, más causas internas- (Frei et al. 2020). Estos resultados rechazan en parte la hipótesis ilustrada, la cual plantea que a mayor nivel educacional se entregan más atribuciones de carácter externo. Dichos resultados podrían relacionarse con un mecanismo de autolegitimación de sectores más altos (Frei et al. 2020). Sin embargo, la interpretación de la relación entre educación y atribuciones de pobreza y riqueza carece de consistencia debido a la forma en que se mide las variables.
Además de la relación entre las variables objetivas y/o estructurales anteriormente mencionadas, están las variables subjetivas como determinantes en las atribuciones de pobreza y riqueza. Las variables subjetivas estudiadas como determinantes de las atribuciones de pobreza y riqueza son sobre creencias de estratificación social (Kluegel and Smith 1986), sobre experiencia personal en diferentes aspectos -como exposición a la pobreza y experiencia de movilidad social- (D. Lepianka, Gelissen, and van Oorschot 2010) y valores e ideología (D. Lepianka, Gelissen, and van Oorschot 2010; Madeira et al. 2019). Dentro de este útlimo conjunto de variables, es posible encontrar el mérito como valor y las creencias meritocráticas.
La síntesis de los principales antecedentes de la investigación de D. A. Lepianka (2007) pueden ayudar como guía de algunas de las principales variables subjetivas utilizadas en el estudio de atribuciones. Las variables causales se agrupan en cinco categorías: conciencia de la existencia de pobreza, experiencia personal de desventaja, valores y creencias, características sociodemográficas y características contextuales (nacionales). Cabe destacar que la forma de medición en esta investigación corresponde a una lista de cinco posibles opciones para responder a la pregunta sobre causas de la pobreza, en donde se debe elegir la primera y segunda causa más importante.
Los principales resultados de la investigación anterior son que las creencias de justicia distributiva son importantes para las atribuciones de pobreza causal. Aquellos que se adhieren más firmemente al igualitarismo o al principio de necesidad tienen más probabilidades de atribuir la pobreza al mal funcionamiento del sistema distributivo, y menos probabilidades de ver la pobreza como causada internamente. Por otra parte, respecto a la relación entre creencias meritocráticas y atribuciones de pobreza, el respaldo al principio de mérito como mercanismo de distribución justo se relaciona directamente con atribuciones internas. Cabe destacar que estos resultados hacen referencia únicamente a las atribuciones de pobreza, y para el caso de las atribuciones internas se utiliza la variable de la explicación de la pobreza como causa de la pereza.
En la siguiente sección se profundizará en el concepto de creencias meritocráticas, variable perteneciente al conjunto de las variables subjetivas, para luego indagar en cómo esta puede estar relacionada a las atribuciones de pobreza y riqueza.