2.2 Meritocracia

2.2.1 Un concepto controversial

El concepto de meritocracia, a partir de su aparición en la obra satírica y crítica de Young (1962), ha crecido en popularidad, apareciendo en diferentes espacios de la cotidianidad. De la mano con dicha popularidad, el concepto ha sido objeto de diversas interpretaciones. Esto es algo que ha sido identificado hace ya algún tiempo, siendo reconocida la meritocracia por Sen (2000) como un concepto de poca claridad. El no tratar detalladamente el concepto de meritocracia, puede presentar problemas que obstaculicen la investigación empírica y la posterior comparación entre estudios. Es posible entender a la meritocracia como un orden social que basa la distribución de los recursos a partir del mérito individual. A su vez, el mérito opera a partir de los criterios de esfuerzo y talento (Young 1962).

Es común encontrar en discursos de autoridades y en la cultura y entretenimiento la promoción de la meritocracia, en el sentido de que cualquiera que sea la posición social de un sujeto al nacer, la sociedad debería ofrecer suficientes oportunidades y movilidad para que el “talento” se combine con el “esfuerzo” para “llegar a la cima” (Littler 2017). Así, desde presidentes de diferentes países (Littler 2017) hasta autoridades locales como políticos chilenos de distintos sectores (Cociña 2013a), la meritocracia se ha convertido en la gran promesa para transformar a la sociedad en una más justa y democrática.

El incrementar la movilidad social y promover la igualdad de oportunidades como propuestas meritocráticas se enmarca en la agenda política liberal igualitaria, a partir de la cual proliferaron investigaciones enfatizando que los principios meritocráticos no se aplican de manera correcta o en justa medida (Jonathan J. B. Mijs and Savage 2020). Desde este enfoque, el problema no sería la desigualdad misma si no los mecanismos que la legitiman. Tal como menciona (Jonathan J. B. Mijs 2019), la meritocracia no se opone a la inequidad sino más bien a la discriminación -y otros mecanismos de distribución no meritocráticos-.

Considerando que la meritocracia no se opone a las desigualdades sociales y que más bien sirve como un mecanismo que ordena jerárquicamente a la sociedad, es que surjen estudios enfocados en las creencias meritocráticas de la población. Algunas investigaciones con enfoque crítico argumentan que, a mayor creencia meritocrática, más se legitiman las desigualdades (Juan Carlos Castillo, Iturra, and Meneses 2020; Madeira et al. 2019). Madeira et al. (2019) argumentan que la prominencia de las creencias meritocráticas facilita el uso de atribuciones causales internas, evaluaciones negativas y estereotipos hacia grupos de bajo estatus, lo cual al mismo tiempo afecta negativamente las decisiones que involucran a miembros de grupos de bajo estatus, particularmente en contextos organizacionales.

Además, han surgido críticas a la idea de meritocracia como un principio distributivo justo, en cuanto respalda un sistema competitivo, lineal y jerárquico en el que, por definición, ciertas personas deben quedar atrás (Littler 2017). Por otra parte, se ha argumentado que la igualdad de oportunidades como idea fuerza de la meritocracia, no implica necesariamente que una sociedad sea más justa (Cociña 2013b). En este sentido, podría considerarse más bien como una condición necesaria pero no suficiente para que un orden social sea justo (Cociña 2013b).

2.2.2 Las creencias meritocráticas en las ciencias sociales

La investigación empírica de las creencias sobre estratificación social distingue entre la dimensión objetiva y subjetiva (Kluegel and Smith 1986). La primera constituye una tradición sociológica de amplio repertorio, abarcando medidas objetivas para estudiar el posicionamiento de los individuos en la sociedad, como lo son el ámbito ocupacional, educación y movilidad social (Ganzeboom, Treiman, and Ultee 1991; Goldthorpe 2003). Por otra parte, en cuanto a la dimensión subjetiva de la estratificación social, la desigualdad es un nicho importante de estudios. La presente investigación se enmarca en el área de estudios denominado por Kluegel and Smith (1986) como desigualdad subjetiva. Esta aglutina diversos temas y metodologías, siendo central el estudio de las creencias meritocráticas, aunque aún sigue siendo un área limitada (Juan C. Castillo et al. 2019).

Parte de la discusión reciente sobre el concepto de las creencias meritocráticas se ha enfocado en su definición conceptual y su operacionalización. Se ha abordado la confusión que genera el término creencias -beliefs- meritocráticas, en vista de que algunos autores utilizan el concepto como las percepciones que se tienen de los mecanismos meritocráticos que operan en la sociedad, mientras que otros dan más énfasis al aspecto normativo, refiriéndose a cómo debiesen funcionar -preferencias- estos mecanismos (Frei et al. 2020).

La falta de claridad conceptual sobre lo que se entiende por creencias meritocráticas, ha generado el problema de no tener una base empírica para la investigación de la meritocracia. Para facilitar el trabajo empírico en torno al ambiguo término de creencias meritocráticas, surge la propuesta de distinguir entre las percepciones y preferencias meritocráticas (Juan C. Castillo et al. 2019). Las percepciones meritocráticas hacen referencia a cómo las personas creen que funcionan los mecanismos meritocráticos en una sociedad en específico, mientras que las preferencias meritocráticas refieren a cómo estos deberían ser y funcionar en la sociedad (Juan C. Castillo et al. 2019). Esta conceptualización se enmarca en la perspectiva subjetiva del estudio de la meritocracia, en donde esta última se compone de las perspectivas normativas -preferencias- y las descriptivas -percepciones- (Juan C. Castillo et al. 2019).

Además del problema conceptual sobre percepciones y preferencias meritocráticas, se ha discutido sobre la aplicación de las dos dimensiones que componen a la meritocracia -talento y esfuerzo- en distintas investigaciones (Juan Carlos Castillo, Iturra, and Meneses 2020). En algunos casos se trabajan las creencias meritocráticas de manera unidimensional, como por ejemplo en la investigación de (Jonathan J. B. Mijs 2019), en donde se da mayor énfasis al esfuerzo en el trabajo por sobre el talento. No obstante, se ha comprobado empíricamente que el constructo de meritocracia se compone a partir de la asociación entre talento y esfuerzo (Juan Carlos Castillo, Iturra, and Meneses 2020), por lo que trabajar con una sola dimensión puede significar sesgos en la investigación.

Por último, algunas investigaciones han incluido elementos no-meritocráticos en la operacionalización de meritocracia, asumiendo una escala continua en donde en un extremo se ubican elementos no-meritocráticos mientras que en el otro extremo elementos meritocráticos (Kunovich and Slomczynski 2007; Newman, Johnston, and Lown 2015). En este sentido, el rechazo a mecanismos no-meritocráticos, como el tener éxito a partir de la posición aventajada de la familia o a partir de los contactos sociales, implicaría un mayor apoyo a mecanismos meritocráticos. Al ser sometido a escrutinio empírico, se ha establecido que factores no-meritocráticos no están necesariamente relacionados a factores meritocráticos (Juan Carlos Castillo, Iturra, and Meneses 2020). De esta manera, es conveniente incluir factores no-meritocráticos en las investigaciones empíricas sobre la meritocracia, pero no reducirlos al mismo continuo, sino trabajando ambos elementos como independientes. La presente investigación tratará específicamente elementos meritocráticos.

2.2.3 Creencias meritocráticas y atribuciones de pobreza y riqueza

La meritocracia ha sido conceptualizada como un principio de justicia distributiva que permitiría a la gente creer que se vive en una sociedad justa aún en sociedades altamente desiguales (Jonathan J. B. Mijs 2019). De esta manera, la meritocracia cumple un rol de legitimación de desigualdades sociales y promotor de una jerarquía social ordenada por grupos sociales en distintos niveles (Juan C. Castillo et al. 2019).

Por su parte, las atribuciones de pobreza y riqueza operan como una expresión de sistemas de valores y creencias, al ser estas explicaciones de las causas de que grupos sociales pertenezcan a un lugar u otro en la jerarquía social. Además, debido a la desigualdad socioeconómica y a los altos niveles de autoidentificación con las clases medias (Espinoza and Barozet 2008), es posible que los grupos sociales explicados se perciban como distintos a la situación propia de la mayoría, e incluso como marginales.

La investigación sugiere que se culpa cada vez más a los pobres de su desgracia y se elogia los éxitos de los ricos por su mérito personal (Jonathan J. B. Mijs 2019), y cuanto más alto es el estatus socioeconómico de un individuo, es más probable que atribuya ventajas y desventajas sociales al mérito o culpa personal (Bucca 2016).

Sin embargo, en ocasiones se usa indistintamente el concepto de mérito para las atribuciones internas, como es el caso de la investigación “Merit and blame in unequal societies: Explaining Latin Americans’ beliefs about wealth and poverty” de Bucca (2016). Si bien ambas variables pertenecen al área de estudios de creencias sobre desigualdades sociales, e incluso algunas atribuciones de pobreza utilizan elementos de las creencias meritocráticas -como la explicación de la pobreza por la flojera y falta de iniciativa, relacionada con el esfuerzo-, no obstante, existen atribuciones internas en donde se responsabiliza al individuo de su situación sin existir una relación clara con el mérito o la meritocracia -por ejemplo, explicar la pobreza por los vicios y el alcoholismo-.

2.2.4 Antecedentes en la relación entre meritocracia y atribuciones de pobreza

En la investigación de D. Lepianka, Gelissen, and van Oorschot (2010) sobre atribuciones de pobreza, se ve un primer acercamiento a la influencia de la meritocracia sobre las primeras. Las variables del estudio que se relacionan con la meritocracia son (1) “adherencia” al mérito como justo, y (2) la ética del trabajo (PWE por sus siglas en inglés). El mérito como justo se extrae de la pregunta acerca de los elementos que son importantes para que una sociedad sea considerada como justa. A partir de esta pregunta, los encuestados debieron responder el grado de acuerdo o desacuerdo con la frase de “Reconocer a las personas por sus méritos.” Se concluye que a medida que la gente respalda con más fuerza el principio de mérito como justicia, es más probable que se atribuya la pobreza a la pereza antes que a causas estructurales. Por otro lado, respecto a la segunda variable, se concluye que un mayor respaldo a la ética del trabajo (PWE) se relaciona con una mayor propensión a atribuir la pobreza a la ociosidad individual y una menor inclinación a ver la miseria como causada por factores externos, y especialmente la injusticia social.

En una línea similar, se ha estudiado la relación de la meritocracia -bajo la forma de las variables de creencias legitimadoras de estatus (SLB por sus siglas en inglés) y PWE- con actitudes hacia grupos marginados -principalmente a partir de criterios étnicos y de género- (Madeira et al. 2019; Major and Kaiser 2017). Se concluye que las creencias meritocráticas cumplen un rol legitimador sobre las desigualdades entre grupos sociales. De manera más específica, se señala que la meritocracia descriptiva -percepciones- está relacionada negativamente con los resultados psicológicos y conductuales intergrupales, mientras que la meritocracia prescriptiva -preferencias- no lo está (Madeira et al. 2019). De hecho, en el estudio de Madeira et al. (2019), se señala que mayores niveles de preferencia meritocrática tienen un menor efecto en actitudes negativas hacia grupos desfavorables -en este caso hacia las mujeres-, como también que favorecen la aceptación de políticas sociales de defensa del mérito diseñadas para lograr una mayor igualdad intergrupal en el lugar de trabajo (por ejemplo, discriminación positiva) y una mayor oposición a las políticas que violan principios meritocráticos.

A modo de síntesis, la literatura recolectada hasta la fecha sobre creencias meritocráticas y atribuciones de pobreza y riqueza carecen de dos aspectos importantes: trabajar conjuntamente las atribuciones de pobreza y riqueza, y una operacionalización sistemática del concepto de creencias meritocráticas.

Considerando que mayores niveles de percepción meritocrática se ha relacionado con una dimensión legitimadora de las desigualdades socioeconómicas (Juan C. Castillo et al. 2019) y con actitudes negativas hacia grupos sociales marginalizados (Madeira et al. 2019), se plantea la siguiente hipótesis que responde al primer objetivo de (1) analizar la relación entre atribuciones de pobreza y riqueza con las percepciones meritocráticas:

\(H_1:\) A mayor percepción de meritocracia, mayores serán las atribuciones internas hacia la pobreza y la riqueza.

Respecto al segundo objetivo de (2) analizar los cambios en la relación entre atribuciones de pobreza y riqueza con las percepciones meritocráticas para los años 2000, 2009 y 2019 se considerarán principalmente dos elementos para plantear la hipótesis. En primer lugar, se consideran los resultados de la investigación de Frei et al. (2020), la cual da cuenta de un aumento en las atribuciones internas y ambivalentes en la sociedad chilena entre 1996 y 2015. En segundo lugar, distintas investigaciones mencionan un fenómeno cambio en las subjetividades y en los valores y creencias de la población chilena, tomando elementos individualistas y relevando el mérito como una forma de comprender las distribuciones de bienes y recursos, como también el orden social. Si bien hasta la fecha no se han recopilado investigaciones de corte cuantitativo que den cuenta sobre este fenómeno, Jonathan J. B. Mijs (2019) plantea el aumento de las creencias meritocráticas como una tendencia global, sobre todo en sociedades altamente desiguales. Considerando ambos fenómenos, es posible plantear la segunda hipótesis de que:

\(H_2:\) Con el paso del tiempo, se fortalece la relación entre percepciones meritocráticas y atribuciones internas hacia la pobreza y la riqueza.

References

Bucca, Mauricio. 2016. “Merit and Blame in Unequal Societies: Explaining Latin Americans’ Beliefs about Wealth and Poverty.” Research in Social Stratification and Mobility 44 (June): 98–112. https://doi.org/10.1016/j.rssm.2016.02.005.
Castillo, Juan Carlos, Julio Iturra, and Francisco Meneses. 2020. “Measuring Perceptions and Preferences for Meritocracy,” 1–18.
Castillo, Juan C., Alex Torres, Jorge Atria, and Luis Maldonado. 2019. “Meritocracia y Desigualdad Económica: Percepciones, Preferencias e Implicancias.” Revista Internacional de Sociología 77 (1): 117. https://doi.org/10.3989/ris.2019.77.1.17.114.
Cociña, Matías. 2013a. Cinco argumentos contra la Meritocracia. CIPER Chile.
———. 2013b. Cree usted que la meritocracia es buena?. CIPER Chile.
Espinoza, Vicente, and Emmanuelle Barozet. 2008.Qué Hablamos Cuando Decimos "Clase Media"? Perspectivas Sobre El Caso Chileno.
Frei, Raimundo, Juan Carlos Castillo, Rodrigo Herrera, and José Ignacio Suárez. 2020. “ Del Esfuerzo? Los Cambios En Las Atribuciones Sobre Pobreza y Riqueza En Chile Entre 1996 y 2015.” Latin American Research Review 55 (3): 477–95. https://doi.org/10.25222/larr.464.
Ganzeboom, Harry B. G., Donald J. Treiman, and Wout C. Ultee. 1991. “Comparative Intergenerational Stratification Research: Three Generations and Beyond.” Annual Review of Sociology 17 (1): 277–302. https://doi.org/10.1146/annurev.so.17.080191.001425.
Goldthorpe, John. 2003. “The Myth of Education-Based Meritocracy.” New Economy 10 (4): 234–39. https://doi.org/10.1046/j.1468-0041.2003.00324.x.
Kluegel, James R., and Eliot R. Smith. 1986. Beliefs about Inequality: Americans’ Views of What is and What Ought to be. New York.
Kunovich, S., and K. M. Slomczynski. 2007. “Systems of Distribution and a Sense of Equity: A Multilevel Analysis of Meritocratic Attitudes in Post-Industrial Societies.” European Sociological Review 23 (5): 649–63. https://doi.org/10.1093/esr/jcm026.
Lepianka, Dorota, John Gelissen, and Wim van Oorschot. 2010. “Popular Explanations of Poverty in Europe: Effects of Contextual and Individual Characteristics Across 28 European Countries.” Acta Sociologica 53 (1): 53–72. https://doi.org/10.1177/0001699309357842.
Littler, Jo. 2017. Against Meritocracy : Culture, Power and Myths of Mobility. Routledge. https://doi.org/10.4324/9781315712802.
Madeira, Ana Filipa, Rui Costa-Lopes, John F. Dovidio, Gonçalo Freitas, and Mafalda F. Mascarenhas. 2019. “Primes and Consequences: A Systematic Review of Meritocracy in Intergroup Relations.” Frontiers in Psychology 10 (September). https://doi.org/10.3389/fpsyg.2019.02007.
Major, Brenda, and Cheryl R. Kaiser. 2017. “Ideology and the Maintenance of Group Inequality.” Group Processes & Intergroup Relations 20 (5): 582–92. https://doi.org/10.1177/1368430217712051.
Mijs, Jonathan J B. 2019. “The Paradox of Inequality: Income Inequality and Belief in Meritocracy Go Hand in Hand.” Socio-Economic Review 0 (0): 1–29. https://doi.org/10.1093/ser/mwy051.
Mijs, Jonathan J. B., and Mike Savage. 2020. “Meritocracy, Elitism and Inequality.” Political Quarterly 91 (2): 397–404. https://doi.org/10.1111/1467-923X.12828.
Newman, Benjamin J., Christopher D. Johnston, and Patrick L. Lown. 2015. “False Consciousness or Class Awareness? Local Income Inequality, Personal Economic Position, and Belief in American Meritocracy.” American Journal of Political Science 59 (2): 326–40. https://doi.org/10.1111/ajps.12153.
Sen, Amartya. 2000. “Merit and Justice.” Meritocracy and Economic Inequality, 5–16. https://doi.org/10.2307/j.ctv3hh4rk.5.
Young, Michael. 1962. The Rise of the Meritocracy 1870-2033. Harmondsworth.