2.1 Atribuciones de pobreza y riqueza
2.1.1 Conceptualización y medición de atribuciones
La teoría atribucional se preocupa de estudiar las explicaciones que dan las personas comunes y corrientes, o la población en general, a las causas e implicaciones de ciertos eventos observables (Ross 1977). Desde la psicología social, esta puede ubicarse en la rama de la inferencia causal, la cual trata los juicios y explicaciones de factores que podrían producir cierta situación, a diferencia de la inferencia de rasgos, que se centra en el proceso de las personas de asignar rasgos o características individuales (Heider 1958). Weiner, Osborne, and Rudolph (2011) distinguen tres dimensiones en las atribuciones, siendo estas la de locus, estabilidad y de control. En la primera se distinguen las atribuciones o explicaciones internas -a partir de características individuales- y las externas -a partir de características contextuales o externas al individuo-. La dimensión de estabilidad refiere a cómo se comportan las atribuciones en el tiempo, pudiendo ser estas temporales o estables. La tercera refiere a si las atribuciones que se dan pertenecen a un orden de situaciones controlables por parte del (los) individuo(s), o si son incontrolables. En la presente investigación se prioriza la discusión en torno al concepto de locus.
Desde la tradición de investigación cuantitativa, el estudio sobre atribuciones se ha focalizado en tres constructos principales desarrollados por Feagin (1975): (a) explicaciones individuales que atribuyen la pobreza y la riqueza a factores individuales como la irresponsabilidad personal y la falta de esfuerzo, capacidad o talento; (b) explicaciones estructurales que atribuyen la pobreza y la riqueza a factores estructurales como los bajos salarios, la discriminación y la mala calidad de la educación; y (c) explicaciones fatalistas que atribuyen la pobreza y riqueza a la mala suerte, enfermedad y circunstancias desafortunadas (Godfrey and Wolf 2016). No obstante, la tercera ha presentado menor consistencia (Bullock, Williams, and Limbert 2003). En este sentido, las atribuciones suelen estudiarse de manera dicotómica entre atribuciones internas y externas (Heider 1958; Kluegel and Smith 1986). En resumen, las atribuciones internas enfatizan la disposición personal, lo cual ha sido relacionado con elementos legitimadores de las desigualdades sociales, mientras que las externas atribuyen la culpa al entorno social y a las estructuras sociales, asociado a una visión más crítica acerca de la distribución de recursos en la sociedad y sobre las desigualdades (Schneider and Castillo 2015).
Estas dos categorías de atribuciones internas y externas han sido trabajadas de diferentes maneras. Existe cierto consenso en la literatura en torno a la idea de que las atribuciones internas y externas no presentan un carácter estrictamente unidimensional, es decir, que lo interno y lo externo sean dos polos de un mismo continuo (Frei et al. 2020; Hunt 1996; Osborne and Weiner 2015). De esta forma, las atribuciones pueden ser también una combinación de explicaciones internas y externas(Bucca 2016; Osborne and Weiner 2015; Frei et al. 2020) lo cual se sostiene bajo la premisa de que las personas pueden mantener distintas visiones e incluso contradictorias y/o incoherentes (Hunt 1996; Kluegel and Smith 1986). A esta categoría se le suele denominar atribuciones ambivalentes o mixtas, y la construcción de ella depende en gran medida del método de medición de la variable.
En cuanto a la medición de las atribuciones de pobreza y riqueza, existen dos formas tradicionales de incorporar las atribuciones en las encuestas. En una se presentan las distintas razones que explican las carencias o grandes ventajas de las personas, junto a una escala de respuestas -por ejemplo, una escala likert de acuerdo/desacuerdo- (Pontificia Universidad Católica de Chile, Castillo, and Rivera-Gutiérrez 2018). En la otra, se presenta una lista de razones que explican las carencias o comodidad de las personas, en la cual se seleccionan dos, una como primera mención -prioritaria- y otra como segunda mención (Bucca 2016; Frei et al. 2020).
Los estudios de atribuciones de riqueza son escasos, y en la mayoría se suele estudiar junto a las atribuciones de pobreza (Pontificia Universidad Católica de Chile, Castillo, and Rivera-Gutiérrez 2018). Por su parte, existe una agenda investigativa más amplia para el caso de las atribuciones de pobreza (Cozzarelli, Wilkinson, and Tagler 2001; Schneider and Castillo 2015). Más recientemente se ha ampliado el repertorio de estudios que trabajan conjuntamente las atribuciones de pobreza y riqueza (Bucca 2016; Frei et al. 2020; Kreidl 2000).
En las investigaciones que trabajan tanto con atribuciones internas como externas, se evidencia el problema de que no existe un consenso en instrumentos, operacionalizaciones y métodos (Pontificia Universidad Católica de Chile, Castillo, and Rivera-Gutiérrez 2018). Por ejemplo, no existe consenso sobre una escala común para medir los indicadores de las atribuciones de pobreza y riqueza (Pontificia Universidad Católica de Chile, Castillo, and Rivera-Gutiérrez 2018). Además, con pocas excepciones, las atribuciones de pobreza y riqueza son tratadas como dos variables dependientes por separado. Sin embargo, se ha identificado que tanto las atribuciones internas como externas son factores comunes para la pobreza y riqueza (Pontificia Universidad Católica de Chile, Castillo, and Rivera-Gutiérrez 2018), lo cual permitiría incluir ambas variables en los modelos e identificar patrones comunes a ambos fenómenos.
Otro de los problemas que se presentan a la hora de estudiar las atribuciones, es que los datos disponibles son escasos, sobre todo al considerar el conjunto de atribuciones de pobreza y riqueza (Pontificia Universidad Católica de Chile, Castillo, and Rivera-Gutiérrez 2018). Pero además está el problema de medición, en donde, si bien algunos indicadores coinciden en distintas encuestas, no existe un consenso general sobre una escala común (Pontificia Universidad Católica de Chile, Castillo, and Rivera-Gutiérrez 2018). Esto genera problemas al momento de comparar estudios.
2.1.2 Antecedentes de las atribuciones de pobreza y riqueza
2.1.2.1 Consecuencias de las atribuciones de pobreza y riqueza
Las atribuciones de pobreza y riqueza han sido relacionadas con distintos fenómenos sociales, como el apoyo u oposición a políticas redistributivas (Alesina and Giuliano 2004, 2009; Andersen and Curtis 2015; Benabou and Ok 2001; Bullock, Williams, and Limbert 2003; Sainz et al. 2020), la percepción y justificación de desigualdades sociales y económicas (D. Lepianka, Gelissen, and van Oorschot 2010; Oorschot and Halman 2000; Schneider and Castillo 2015), actitudes negativas hacia los pobres (Cozzarelli, Wilkinson, and Tagler 2001), entre otros.
Las principales conclusiones sobre los efectos de las atribuciones de pobreza y riqueza en los distintos fenómenos sociales mencionados anteriormente, son que el mantener atribuciones internas reduce el apoyo a intervenciones gubernamentales y políticas redistributivas, mientras que las externas aumentan el apoyo (Bullock, Williams, and Limbert 2003); las atribuciones internas justifican las desigualdades socioeconómicas, mientras que las externas las desafían (Schneider and Castillo 2015); y por último, que las atribuciones internas favorecen actitudes negativas hacia personas en situación de pobreza (Hoyt et al. 2021), mientras que las atribuciones externas afectan de manera positiva en las actitudes hacia personas pertenecientes de este grupo social (Cozzarelli, Wilkinson, and Tagler 2001).
Adicionalmente, se ha destacado desde la psicología social una relación entre las atribuciones de pobreza interna con la deshumanización (Sainz et al. 2020). La deshumanización se entiende como procesos y circunstancias que niegan aspectos humanos en grupos sociales, los cuales tienen consecuencias de discriminación y de prejuicios degradantes (Dixon et al. 2012; Pereira, Vala, and Leyens 2009), como también de legitimación de diferentes tipos de desigualdades (Sainz et al. 2020). Se ha señalado que la deshumanización tiene efectos estigmatizantes hacia grupos de estatus socioeconómico bajo, como, por ejemplo, contribuyendo a la percepción de que la pobreza es un estado estable y permanente que no puede resolverse mejorando las condiciones socioeconómicas de las familias pobres (Sainz et al. 2020).
Los antecedentes para el caso chileno han mostrado un proceso de cambio en las atribuciones de la pobreza y riqueza a partir de la década de los noventa hasta el 2015 en donde aumentan las explicaciones individualistas -atribuciones internas- y disminuyen las atribuciones externas, aunque con una fuerte dimensión ambivalente o combinada entre explicaciones internas y externas (Frei et al. 2020). Considerando lo anterior como parte de un proceso de transformaciones sociales más amplio, y en vista de las implicancias y consecuencias de que la población mantenga atribuciones de carácter interno, es que se hace necesario indagar en los principales factores que inciden en las explicaciones de la pobreza y la riqueza.
2.1.2.2 Causas de las atribuciones de pobreza y riqueza
Además de la relación entre las atribuciones de pobreza y riqueza con los diversos fenómenos mencionados en el apartado anterior, existen investigaciones que ahondan en las causas de este fenómeno. Para ello, se han utilizado variables de distinta naturaleza como posibles factores que explicarían el mantener cierto tipo de atribución. En el nivel individual, es posible hacer la distinción entre variables objetivas-estructurales y subjetivas.
Dentro de las variables objetivas, las variables sociodemográficas son comunes a casi todas las investigaciones de atribuciones y actitudes hacia la pobreza. Kluegel and Smith (1986) nos entregan una aproximación temprana sobre la relación entre variables sociodemográficas, como son la edad, sexo, orientación política e ingreso y variables de creencias sobre la pobreza. En esta investigación sólo la variable de raza tiene efecto en las atribuciones.
Para el caso chileno, la investigación de Frei et al. (2020) nos muestra que tanto sexo como orientación política no producen diferencias en las atribuciones. No obstante, respecto a la variable edad se observa que los grupos de mayor edad tienen mayor probabilidad de observar atribuciones internas. Cabe mencionar que en esta investigación la forma de medir las atribuciones de pobreza y riqueza es a partir de una lista de opciones, la cual, posterior a un análisis de clases latentes, se categoriza en atribuciones externas, mixtas e internas, trabajándola como una variable ordinal donde las atribuciones internas son el valor más alto, las externas el más bajo y las mixtas un punto intermedio.
En la tradición empírica de estudios sobre estratificación social, existen variables de estatus social objetivo y estatus social subjetivo (Kluegel and Smith 1986). Se ha sostenido a partir de variables objetivas que personas de un estatus socioeconómico más alto mantienen atribuciones y creencias individualistas en torno a la desigualdad para legitimizar su superioridad, mientras que aquellos que provienen de estratos socioeconómicos más bajos culpan a la sociedad de su privación ya que perciben mayor rigidez y falta de oportunidades (Hunt 1996, 2004; Kluegel and Smith 1986; Kreidl 2000). Lo anterior coincidiría con la explicación bajo la perspectiva de legitimación, la cual explica que los grupos sociales aventajados tienen intereses en mantener sus ventajas a través de la autojustificación, mientras que los grupos desaventajados generarían una visión crítica respecto de su propia situación (Kluegel and Smith 1986; Jonathan J. B. Mijs 2019). Por su parte, también se ha visto un efecto en variables de estatus subjetivo, en donde a mayor estatus social subjetivo, más atribuciones internas se mantienen (Bucca 2016).
El que personas de menor estatus y/o en una situación de desventaja mantengan explicaciones externas se le ha denominado underdog thesis o tesis de los desvalidos (Robinson and Bell 1978), en donde aquellos que se encuentran en una posición desaventajada en la sociedad mantienen una visión más crítica. Además de estudiarse desde el estatus socioeconómico, investigaciones han observado dicho efecto en otros grupos que se encuentran en situaciones de desventaja, como las mujeres y etnias minoritarias (Madeira et al. 2019; Bucca 2016; Kluegel and Smith 1986).
Por otra parte, existe evidencia contraria a la tesis de los desvalidos, en donde se ha observado que personas de menos ingresos mantienen atribuciones de carácter interno -individualista- (Frei et al. 2020), como también se ha observado que aquellos de clases ocupacionales más altas mantienen más atribuciones externas (Bucca 2016) aunque estos resultados cuentan con una baja significancia. Frente a esto, se ha sugerido que las personas pobres tienden a subestimar el alcance de su pobreza y desventaja relativa (Cruces, Perez-Truglia, and Tetaz 2013) y, en ocasiones, se culpan a sí mismas de sus circunstancias (McCoy and Major 2007; Jonathan J. B. Mijs 2019; K. S. Newman 1999).
Para el caso chileno se observa que quienes pertenecen a quintiles más bajos atribuyen más causas internas a la pobreza y riqueza, mientras que con la educación pasa lo contrario -a mayor educación, más causas internas- (Frei et al. 2020). En Bucca (2016) se obtienen resultados diferentes, en donde aquellos con título universitario mantienen explicaciones más estructuralistas. La relación de que a mayor nivel educacional más atribuciones internas rechaza en parte la hipótesis ilustrada, esta es que a mayor nivel educacional más atribuciones de carácter externo. Dichos resultados podrían relacionarse con un mecanismo de autolegitimación de sectores más altos (Frei et al. 2020). Cabe mencionar nuevamente que los resultados pueden variar dependiendo de la forma en que se operacionalice las atribuciones de pobreza y riqueza. Para el caso de Bucca (2016) se agrupan las atribuciones de pobreza por separado de las atribuciones de riqueza, en donde en cada una se agrupan las atribuciones en internas, externas y ambivalentes a partir de un criterio teórico, a diferencia de la clasificación empírica realizada en Frei et al. (2020) a partir de un análisis de clases latentes.
Una reflexión importante que surge del estudio de Kluegel and Smith (1986), es que la baja correlación que se observa en variables objetivas podría deberse a la influencia generalizada de la ideología del individualismo, dimensión que suele ser excluida a la hora de explicar la variación en atribuciones. En este sentido, además de la relación entre las variables anteriormente mencionadas, están las variables de creencias como determinantes de las atribuciones de pobreza y riqueza. Las variables de creencias estudiadas como determinantes de las atribuciones de pobreza y riqueza son creencias de estratificación social (Kluegel and Smith 1986), experiencia personal en diferentes aspectos -como exposición a la pobreza y experiencia de movilidad social- (D. Lepianka, Gelissen, and van Oorschot 2010) y valores e ideología (D. Lepianka, Gelissen, and van Oorschot 2010; Madeira et al. 2019). Dentro de las variables de valores e ideología, destacan las creencias meritocráticas y el mérito como variable explicativa de las atribuciones de pobreza y riqueza (Hoyt et al. 2021; D. Lepianka, Gelissen, and van Oorschot 2010; Madeira et al. 2019).
En la siguiente sección se profundiza en torno al concepto de creencias meritocráticas, para luego indagar en su relación con las atribuciones de pobreza y riqueza.